La noche junto al Ahuriri River ha sido hasta ahora la más fria de todas; al despertarnos todos los cristales estaban helados y en el exterior la helada era considerable. Por suerte el sol acabó apareciendo tras las montañas y nos ayudó a entrar en calor.
Ya en carretera disfrutamos de la compañia casi todo el camino del Waitaki River, que de repente se convirtió en el enorme Aviemore Lake. Tras una presa volvió a tomar cauce de rio hasta llegar al lago de su mismo nombre, Waitaki. Al otro lado campos y campos interminables salpicados de casas de granjeros y tras nosotros las montañas nevadas que veniamos de visitar...menudo conjunto!!!. Nos pusimos musiquita para amenizar el camino pero es que no hace falta, sólo es necesario observar.
De esta forma llegamos a Oamaru, pequeña y tranquila ciudad con reminiscencias victorianas y bonitos edificios de piedra blanca. Pasamos por el i-SITE ( oficina de información) para preguntar sobre los lugares de observación de pinguinos en la zona. Por un lado están los pinguinos azules, de los más pequeños del mundo, que se localizan en una zona que han privatizado y hay que pagar para entrar, algo que no acabamos de entender a no ser que detrás de ello haya una labor de salvaguarda de la especie o algo así.
Por otro lado está la zona donde habita una pequeña colonia de pinguinos de ojo amarillo y desde una zona de observación sobre las 4 de la tarde suelen verse y allí es donde fuimos. Primero pasamos por un mirador que hay en lo alto de la ciudad con unas vistas increibles de la ciudad y la costa.
Cuando llegamos a la zona de la playa de los pinguinos "gratuitos" nos situamos junto a una casetilla donde habia información sobre sus costumbres, habitat, alimentación....al poquillo vimos llegar a uno!!!. Aunque estabamos lejos pudimos ver como salia del agua y se escondia entre los matorrales, que es donde hacen sus nidos y donde duermen hasta poco antes de la salida del sol que vuelven a entrar en el agua donde pasan el festo del día nadando y buscando comida.
De repente otro más llegó a la playa y así hasta 5 que pudimos ver en total. Luego vimos a uno de ellos que salia entre los matorrales y luego se volvió a esconder. Con la alegria de verlos en su habitat volvimos a la ciudad, esta vez a comprar unas cosillas en el super y luego aparcamos frente a la biblioteca para usar su wifi.
Llegó así el momento de buscar donde dormir y no queriamos irnos fuera de la ciudad osea que después de dar unas vueltas por donde estaban unos baños públicos vimos un parquing frente a un pequeño ambulatorio que tenia un rinconcito escondido y que resultó perfecto. No es que haya que esconderse de nadie pero en las ciudad teoricamente no está permitido pasar la noche en una caravana a nos ser que sean zonas especiales para ello y donde no se puede siempre hay letreros que lo indican. Nosotros nos quedamos en medio de una laguna legal, jajaja.
La noche trascurrió perfecta y sin mucho frio. Nos tomamos un café con galletas rápido h nos fuimos a por nuestra primera tarea del día: ducha calentita. Habiamos leido que había un Aquatic Center en la ciudad y fuimos el día anterior a preguntar; por 4,90$ ( unos 3 euros) podiamos usar la piscina, el jacuzzi y ducharnos sin límite de tiempo con agua caliente, claro. Osea que a las 9.30h de la mañana estábamos compartiendo piscina con otros kiwis madrugadores ese domingo. Un gustito el agua caliente del jacuzzi, menos la piscina donde fuimos a hacer unos largos que estaba más fria. Y la ducha,ummmm...lo mejor. Hicimos cuatro fotos de la ciudad y seguimos camino.
Relajados y aseados volvimos a ponernos en ruta por una carretera costera local y en el primer lugar que nos gustó nos paramos a hacer el desayuno de verdad, bueno un brunch más bien por la hora que era: tostadas con huevo revuelto, otras con mantequilla y jamón dulce y zumo para beber...de fondo a 4 metros la playa y el Océano Pacífico.
Siguiendo la carretera y disfrutando como cada día llegamos hasta Moeraki donde la gran atracción son sus " boulders", unas bolas de piedra que se encuentran en la playa. Tras pasar el café-bar que hay montado junto a la playa pudimos ver las enormes piedras, algo curiosísimo. Unas están dentro del agua y otras más en la orilla, pero todas perfectamente redondas, exceptuando algunas que están abiertas por unas grietas donde se ven láminas y colores de cristalizaciones hechas después de millones de años.
De nuevo en ruta tomamos el desvio hacia el Shag Point donde tras seguir una pista llegas a dos zonas de observación, una de focas y otra de pinguinos. Fuimos primero a la de las focas, un pequeño acantilado y conjunto de rocas donde vimos varias durmiendo al sol, menos una que estaba muy activa subiendo por las piedras. Tanto subió que llegó hasta el camino!!!. Nos acercamos hasta allí para poder verla más cerca...a dos metros la tuvimos. Pero no le gustó mucho nuestra presencia y la de 3 chicas que estaban allí haciendose fotos; cuando Carol me dijo que me pusiera por detrás del animal para hacerme una foto la foca se giró abrió la boca y me pegó un bufido que me asustó tanto que al querer salir corriendo resvalé en la hierba y me caí al suelo. Al segundo me puse de pié pensando que me iria a morder pero no, seguia en su sitio enfadada. Vimos que era mejor salir de allí y dejarla tranquila...de todas formas nos encantó verlas.
Nos fuimos luego a la zona de los pinguinos pero debia ser muy pronto para que volvieran a casita y no vimos a ninguno después de estar allí un rato. Tocaba seguir camino de nuevo por otra carretera local serpenteante junto a la costa que nos obligó a cruzar por lo menos 10 pasos a nivel. Eso sí vimos unas bahias enormes y preciosas así como vistas de la costa desde un mirador.
Cuando justo empezaba a oscurecer llegamos a Dunedin, una de las ciudades principales de la isla sur. Tras mirar posibles lugares donde dormir vimos que hay un pequeño parking al aire libre en una zona junto a unos campos de deporte y un pub donde está permitido pasar hasta dos noches seguidas de manera gratuita. Cuando dimos con él nos hizo gracia que allí habian dos campervans igual que la nuestra...Jucy !!!. Como no hay baños cerca fuimos a una gasolinera a llenar de agua el baño portátil que tenemos en la campervan. La idea es no tener que usarlo más que en casos de urgencia y por si se da el caso lo tenemos preparado.
Mañana queremos visitar la ciudad y la Península de Otago, muy cerca de Dunedin.
Nada más despertarnos nos fuimos directos al parking de un Pack and Save cercano por dos motivos: uno usar el baño, jijiji, dos comprar alguna cosilla en el super. Aprovechamos para desayunar en el mismo parking y de ahí fuimos a aparcar cerca del centro.
Tras pasar por el i -Site donde nos informaron de que ver en la ciudad y en la cercana Península de Otago empezamos a recorrer la pequeña ciudad.
A pocos metros de la oficina de información se encuentra la plaza principal del Octagon, una particular forma octogonal que forman las calles principales del centro. Allí mismo se encuentran el Town Hall y la catedral anglicana de St. Pauls. Entramos a ver esta última donde lo primero que nos sorprendió fué encontrar un folleto informativo sobre su historia en castellano. El interior es muy bonito, siguiendo un estilo gótico con pilares, paredes y techo de piedra blanca de Oamaru; la construcción de la Catedral estubo parada más de 50 años y por eso su ábside es totalmente diferente al resto, es mucho más actual y moderno.
Tomando una de las calles que bajan llegamos hasta la estación de ferrocarril, un edificio precioso por fuera y sorprendente por dentro, el hecho que no hubiera nadie nos da a entender que esa línea se usa sólo para trenes turísticos los fines de semana. En la parte exterior bajo una estructura de hierro y cristal se halla una máquina de tren a vapor impresionante del año 1274, o eso ponia allí.
Por unas calles cercanas con edificios muy bonitos llegamos hasta la First Church, la primera iglesia que se construyó en la ciudad. Nada más entrar en esta iglesia presbiteriana se nos acercó un señor muy amable que nos explicó cuatro cosillas y nos invitó a pasar a la parte interior donde se encuentran objetos antiguos relacionados con el edifico; alli otra simpática señora nos preguntó de donde eramos y nos dió conversación sobre el tiempo fresco que estaba haciendo. Nos gustó mucho de este lugar, además de su exterior, su coro y techo de madera así como pequeños detalles del interior.
De vuelta hacia la campervan paseamos por el centro de esta ciudad de unos 120.000 habitantes donde curiosamente no pueden pasearse a los perros (señales en el suelo así lo indican), donde los semáforos para cruzar duran en verde 4 segundos ( será por eso que este país es el segundo en el mundo en práctica de deporte) y donde las calles están desiertas de gente pero hay montones de comercios y cafeterias.
Esta ciudad posee además la calle más empinada del mundo, Baldwin street, y fuimos a verla. Aunque suben y bajan coches por ella nosotros aparcamos en la parte inferior y empezamos a subirla a pié. De lejos si que se ve empinada pero cuando la subes lo notas mucho más...aunque subimos sólo un cachito.
Desde allí tomamos camino hacia la cercana Peninsula de Otago con la idea principal de visitar la Sandfly beach donde hay una colonia de pinguinos, focas y elefantes marinos. Cuando estábamos cerca nos encontramos la carretera cortada por unos desprendimientos y tuvimos que dar una vuelta enorme por el pueblo de Portobello para llegar. Cuando llegamos, con un viento fortísimo, nos acercamos hasta el mirador de la playa, preciosa, donde a lo lejos vimos un grupito de focas. Hay un camino que baja hasta la playa pormunas dunas para poder acercarse hasta ellas asi como a un observatorio para ver los pinguinos, pero eran casi 40 minutos de camino y se nos haria de noche, por lo que nos tuvimos que conformar con las vistas desde allí.
Volviendo a la zona del pequeñísimo Portobello buscamos donde dormir. Un pequeño parque junto a la bahia fué el elegido, además teniamos un baño público al lado. Bueno, nos duró poco el baño pues después de cenar cuando fuimos a usarlo lo habian cerrado.
Mañana nos acercaremos hasta la punta más lejana de la Península donde hay una colonia de Albatros y de pinguinos azules, pero al igual que nos pasó en Oamaru son zonas que han convertido en reservas y sólo se puede acceder pagando, y además entradas bastante caras. De nuevo queremos pensar que todo ello acabe significando algo bueno para las especies que habitan estas zonas, que todo ese dinero repercuta en mantener y cuidar a los animales, más viendo como es de serio este país en sus normas.
De todas formas iremos a ver si vemos volar alguno por la zona , con eso nos conformariamos.
Por primera vez pasamos una noche sin frio ( si no contamos la que paramos en el camping y pusimos el calefactor toda la noche) , tampoco calor como diria Carol, pero nos llegó a sobrar algo de ropa. Vimos al despertarnos que habia llovido algo durante la noche pero el sol apareció por la mañana; la segunda buena noticia fué que el baño estaba abierto de nuevo!!. Es que estos kiwis hacen cosa muy raras, pues no eran aún las 8 de la mañana, osea que alguien habia ido a esas horas a abrirlo.
Tras el desayuno al solecito carretera y manta, y que carretera...serpenteante con casas a un lado y el agua de la bahia al otro apenas a medio metro de las ruedas. Así llegamos hasta la colonia de Albatros Reales de Taiaora donde junto al faro y un acantilado vive un grupo de esta majestuosa ave. Para acceder a ver la parte principal donde anidan y suelen habitar habia que pagar, pero desde un mirador exterior y desde el mismo parking vimos repetidas veces varios ejemplares volar sobre nosotros...impresionantes con sus hasta 3 metros de embergadura con las alas extendidas. Junto a ellos una colonia mayor en número de gavitoas Red -billed de una gran belleza.
Desde ahí deshaciendo la carretera y dirección sur llegamos hasta la Tunnel Beach. Tras bajar un empinado camino dirección hacia el mar con unas vistas increibles sobre unos acantilados llegamos al lugar que da nombre al lugar. En el centro de una pequeña colina hay excavado un tunel de piedra que da acceso a la playa, sí, sí...curiosísimo. Al estar el mar muy movido y la marea alta de playa no quedaba nada, sólo un montón de piedras, pero el lugar muy bonito.
Subiendo las escaleras del tunel de nuevo nos acercamos a ver el,acantilado más de cerca así como sus curiosas formas, una de ellas nos recordó a la silueta de Bart Simpson, ¿ a que sí?.
Cerca de allí tomamos la Carretera Escénica del Sur que desde Dunedin llega hasta Queenstown pasando por Invercargill y Te Anau y que recorreremos por completo en próximos días. Gran parte pasa por zonas costeras de gran belleza y con montones de sitios donde parar: pueblecitos, playas, colonias de pinguinos, focas, leones marinos, cascadas,...
Como habiamos madrugado habia hambre y paramos a comer algo ligerito en una zona de descanso en Ocean View, nombre obvio del pueblo por donde se ubica; frente al pueblo una playa de más de un kilómetro con todo las vistas al océano. Frente a nosotros una buena tormenta caia sobre el mar, de momento nos salvamos del agua.
Pasamos pueblos como Balclutha, Milton y Kaka Point, nos ibamos de la costa al interior con unos cambios de paisajes radicales, como cuando viniendo del lugar donde comimos pasamos por un mirador con vistas a el Lago Waihola y las montañas y prados que lo rodean con unos rayos de sol entrando entre las nubes.
Acompañados por un chirimiri y un resol que hizo salir el arcoiris por el mar nos adentramos por una carretra increible junto al mar hacia el Nugget Point coronado por un faro, pero nuestra visita era la playa de la Bahia de Roaring donde habitan pinguinos de ojo amarillo.
Cuando llegamos no habia ningún coche y era más de las 4 de la tarde, buena hora para ver volver a los protagonistas a la playa. Bajamos con un fuerte y frio viento que soplaba hacia el observatorio preparado para avistar a los pinguinos y allí que nos metimos a esperar. A los 10 minutos más o menos Carol vió casi enfrente nuestro uno que peleaba con las olas para llegar a la playa, que suerte!!!. Vimos perfectamente como salió del agua, se sacudió el agua y tomó camino de su zona de descanso dando saltitos entre las piedras, una maravilla!!!. Cuando llegó a la zona de hierbas y arbustos empezó a mirar como estudiando el terreno y empezó a subir de manera que nos sorprendió por lo empinado del terreno. Allí tras unas hierbas se quedó y le pudimos ver un ratillo. En el otro lado de la playa, mucho más lejos vimos otro que acababa de salir del agua, pero fué imposible fotografiarlo, demasiado lejos. Sin embargo nos fuimos encantados con lo que habiamos visto, pues son colonias de pinguinos muy pequeñas y ver uno ya es toda una suerte.
Para poder ganar algo de tiempo y distancia con las visitas de mañana decidimos ir hasta Owaka a dormir, que nos quedaba cerca de Surat Bay donde queremos ir por la mañana. Al llegar al pequeño pueblo no encontramos una zona adecuada donde quedarnos que no hubiera muchas casas y nos fuimos dirección hacia Surat Bay buscando un sitio tranquilo. Cuando llegamos vimos una parte de la pista más ancha en una curva y allí que nos quedamos, en la Bahia no habia más que cuatro casas, un albergue y un camping que estaba cerrado, osea que por allí no corria nadie, sólo ovejas que nos miraban atentamente.
Ya instalados y empezando a preparar la cena paró un coche y nos picó en la puerta,...salimos y un hombre nos dijo que si pretendiamos pasar la noche alli no se podia; le dijimos la mentirijilla que habiamos ido hasta allí para dormir en el camping pero que al estar cerrado, ser ya de noche y estar lloviendo ( caian 4 gotas) pensamos quedarnos allí que no molestábamos. Ante ello nos dijo que a unos kilómetros habia otro camping donde pasar la noche o sino en Owaka, algo que ya sabiamos y le dijimos que lo sentiamos y que ahora iriamos hacia allí.
Evidentemente no era ese nuestro plan, osea que volvimos hacia el pueblo recorriendo calles más solitarias buscando un rinconcito discreto, pero nada, siempre habia alguna casa con luz y no era plan. Así que retrocedimos por la carretera que habiamos venido unos 5 kilómetros en busca de un sitio que habiamos visto que podia estar bien. Una explanada de aparcamiento junto a la carretera y que lleva hasta un camino para visitar un tunel que lleva hasta lo alto de una montaña. Tras asegurarnos que no habia ningún cartel que prohibiera pasar la noche con campervan o autocaravana, muy habituales en aparcamientos y zonas de picnic, pusimos freno de mano y a cenar espaguetis con tomate y atún. De postre fruta y leche chocolateada calentita, ummmmmm.
Mañana más y hasta es muy probable que mejor.