domingo, 19 de abril de 2015

Nuestros días como voluntarios


Llegamos a Bikaner,una ciudad menos turística que el resto de las que hemos visitado en Rajastán, y lo hemos notado nada más bajar del bus. En vez del habitual corrillo de 6 ó 7 conductores de tuctucs atosigando para llevarnos al hostel aquí sólo habian dos y el precio inicial de risa: nos pidieron 30 rupias!!!, por un trayecto por el que en otro lugares nos pedian de inicio 130 ó 150. Pero claro, aunque el precio era barato no podiamos subirnos sin regatear un poquito para no perder las buenas costumbres y le rascamos al hombre 10 rupias de descuento ( que ratillas somos, jajaja...).

Al llegar al Shri Ram Heritage Hotel, nuestra casa en los próximos días, nos recibió Yogi el dueño y manager del negocio. Subimos a nuestra habitación, bueno, nuestro mega dormitorio común donde aloja a los voluntarios, pero como estamos solos, es todo para nosotros.





Nos dimos una ducha y bajamos a cenar. Conocimos entonces a Nanu, cocinero además de chico para todo y nuestro más firme compañero de "trabajo"  durante estos dias.

Es un tipo bastante callado, no sólo por sus pocas palabras en inglés, sino porque se le ve muy reservado. Aún y así ya sabemos que tiene 26 años, está casado y tiene un niño de 10 meses que lo ve durante la semana que tiene de vacaciones tras dos meses de trabajo pues su familia vive a unos 100 kilómetros de aquí.

Después de cenar y por aquello de dar buena impresión nos pusimos a recoger la cocina y fregar platos, y una vez listos a dormir que toca madrugar.

El alojamiento se divide en dos partes: una tiene unas habitaciones más tipo hotel y otra más grande es como un  hostel donde están alojados bastantes chicos locales que trabajan por aquí, algunos de los cuales desayunan, comen y cenan cada día.





A las 8 de la mañana empezamos nuestras tareas hasta la hora de comer, tras lo cual subimos a descansar hasta eso de las 6, hora en que salimos a dar un paseo para luego ya ponernos con las cenas hasta las 10 largas. Un ratillo de internet y a dormir.

 Tras un par de dias y ganándonos su confianza Nanu ya nos deja cortar verduras y ayudarle en labores de pinche; fuera de la cocina ayudamos a recoger habitaciones, cambiar sábanas y tareas de mantenimiento como instalar unos ventiladores.





Con Yogi tuvimos una charla el primer día sobre  como funciona el hostel y el campamento del desierto. Ya nos comentó que es poco dado a dar el primer paso en una conversación, pero que sin problema estaba dispuesto a ayudarnos en lo que necesitáramos. No tenemos ninguna queja, por supuesto, y nos trata muy bien.

Trabaja aquí también su mujer, Saram, más seria en el porte pero muy correcta, y nos hace gracia porque cada vez que entra en la cocina no sale de ella sino es comiendo algo, jajaja..

Cada mediodia a la hora de comer viene una señora, una amiga de Saram, que prepara algo en la cocina y es la más risueña de todas, aunque poco habladora también, no sabemos si es la forma de ser de ellos o que tampoco hablan mucho inglés. Nosotros tampoco lo dominamos pero hablamos por los codos.

Por allí se pasea alguna mañana el padre de Yogi, un señor muy delgado, vestido impoluto y con gran bigote. Es un brigadista retirado del ejército indio que luchó en dos guerras con Paquistán y que el primer día nos dictó una carta en inglés para que se la escribiésemos.

También aparece y desaparece una señora mayor que suponemos que es su mujer, pero de ella no ssbemos ni como es su voz.

El resto del personal lo forman un padre y su hijo que vienen por las mañanas a limpiar las zonas comunes y las habitaciones. El padre chapurrea 4 palabras en inglés pero el hijo nada, sólo se rie cuando su padre nos dice algo o nosotros le miramos. Y por último el chófer: creemos que es el que vive mejor, porque sólo hace que entrar y salir a la  cocina a charlar con Nanu, comer sin parar y traer cada mañana cosas del mercado.

En cuanto a la gente alojada que vemos entrar y salir, así como en las horas de la comida, comunicación cero patatero. Pero vamos que tampoco es que sea algo con nosotros, pues ni entre ellos mismos ni con el personal del hostel se les ve mucho contacto. Nos sentimos raros entre gente local sin que nos pregunten cosas como nos pasa por la calle, sin embargo cuando salimos por la tarde a dar un paseo por la zona del hostel si que encontramos quien nos saluda y le llama la atención vernos ya que estamos en una zona un poco retirada de la ciudad y no hay ni un occidental.

A medida que pasan los días vamos acomodándonos al lugar, creo que han visto que somos buena gente, currantes y cumplidores, por lo que nos correponden de manera muy grata. El jefe nos ha dado helados, la jefa nos compró unos batidos buenísimos hace un par de noches y Nanu nos separa a veces parte de la comida antes de ponerle picante y nos pregunta si nos gusta todo, guay, ¿no?.

Fuimos una tarde al centro de la ciudad a comprar los billetes de tren para ir a Delhi en unos días y  dimos una vuelta por el centro...que gozada!!!. Ni un guiri, pero tampoco ni un local atosigando en nada, sólo gente saludando muy cordial y un tráfico más tranquilo. Con los tuctucs sí seguimos peleando por los precios, pero ahora les decimos que no somos turistas que estamos currando en un hotel y finalmente acabamos pagando muy poquito, jiji...







Aprovechando la ocasión, y el buen precio ( 80 céntimos de euro) me corté el pelo: que gozada,  me tocó un chaval joven con un gran dominio de la maquina y las tijeras. Para finalizar un masaje capilar un tanto particular, pero buenísimo!!!, Carol se partia de risa.

La experiencia está siendo muy buena, el trabajo lo llevamos bien, aprendemos cosas de cocina hindú, estamos ahorrando durante unos días y comemos genial( aunque todo vegetariano). Ahora nos queda combinarlo con algo de turisteo por la zona, os lo iremos contando.

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