domingo, 27 de septiembre de 2015

Guanajuato: toda una sorpresa.


Tras los días de México DF empezamos nuestra ruta  por el país dirección Norte, concretamente a la ciudad de Guanajuato. Para ello nos fuimos en pesero y metro hasta la Estación Central del Norte desde donde salen los camiones( autocares). Aunque llegamos con tiempo de coger el de las 11 el de esa hora estaba lleno y nos tuvimos que esperar al de las 12.30h.

En la estación habia un ir y venir constante de gente así como muchas taquillas de diferentes compañias y destinos, desde ellas los vendedores iban cantando las siguientes salidas, pero todo con moderación.

Cuando  nos tocó salir pasamos primero un control de metales, luego en la puerta del autocar nos dieron una bolsita con un sandwich, galletitas y una bebida para el camino, al dejar la bolsa en el portamaletas le pusieron una etiqueta idenficativa  y nos dieron un resguardo para recojerlas. Aún faltaba una persona de seguridad que nos revisó las riñoneras, nos pasó otro detector y ya pudimos subir. La verdad es que estos controles se escapan un poco de los  nuestros, pero en el fondo por el bien de todos nos parece genial.

Nos esperaban 5 horas de camino en un camión comodísimo, sólo 30 plazas, asientos anchísimos, pantallas individuales de televisión, música, baño para hombres y mujeres...vamos un lujazo. De esta manera entre pelis y sueñecitos se nos pasó rapidísimo.

Una vez en Guanajuato, capital del estado mexicano del mismo nombre, cogimos un pesero hasta el centro de la ciudad, concretamente hasta la puerta del Teatro Principal, y de allí nos fuimos andando hasta la casa donde teniamos alquilada una habitación para las próximas tres noches.

Guanajuato es una población situada entre varios cerros de unos 2.000 metros de altura que cobró gran importancia durante la época colonial española por sus minas de oro y plata. Pieza clave en la independencia de Mexico,  tiene además una configuración urbanística muy peculiar con sus calles empinadas y empedradas, casas de colores, importantes edificios catalogados y túneles de piedra subterráneos por los que se circula a pié o en coche. Asimismo reconocimiento internacional por el Festival Cervantino que se celebra cada año en el mes de Octubre.

Tras instalarnos en la casa, una habitación enorme con baño propio, salimos por la tarde noche a dar una primera vuelta por la ciudad. Ya en el camino desde la estación de autobuses nos dió muy buena impresión, pero andando por la calle aún nos gustó más. Al coincidir además con fin de semana habia mucho ambiente y gente, sumado a las calles peatonales y estrechas en algunas zonas, aún parecia que eramos más.





Fuimos a dar la Plaza de San Roque donde hay muchos restaurantes y terrazas con especialidades mexicanas y locales. Acabamos cenando un molcajete de carnes con guacamole, cebollitas y queso acompañado como no de tortillas ( el molcajete es un tipo mortero que se usa para preparar las sallas mexicanas). Mientras estuvimos allí sentados vimos la actividad que habia en la calle de gente pasenado así como de vendedores ambulantes con flores, dulces, música y hasta una mujer que nos queria hacer una lectura de rostro!!.

De regreso pasamos por la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato y la Plaza de la Paz, impresionante iluminada, hasta llegar al Jardín de la Unión, centro neurálgico de la noche guanajuateña por los bares y restaurantes animados con mariachis, el teatro Juarez y el Templo de San Diego donde se reunen las estudiantinas ( tunas) a tocar sus canciones y hacer las callejoneadas.




Tras pasar un rato por allí nos fuimos a casa a descansar para el día siguiente que nos esperaba una jornada completita.

Se nos pegaron un poquillo las sábanas, señal que dormimos bien, pero aunque teniamos mucho que ver todo está muy cerca, no habia prisa. Desayunamos en la casa con lo que compramos la noche anterior en un super mientras la señora de la casa nos daba buena conversación.

De camino hacia el centro y bajo un día precioso de sol empezamos a recorrer las empinadas calles de Guanajuato hasta la Plaza del Baratillo con su bonita fuente central.






Entre calles empedradas llegamos hasta la Plaza de La Paz presidida por el monumento alegórico a la misma así como la Basílica, que si de noche es bonita de día más si cabe. Dejamos su interior para otro momento pues nos apetecia ver la ciudad por fuera.








Fuimos así adentrándonos por calles del centro llenas de gente, mucho turista mexicano, montones de paradas de cosas para comer, tiendas abiertas, ...mucha vida en la calle. Por la calle Juárez pasamos por el Palacio Legislativo, un precioso edificio del que sólo pudimos ver su fachada y su patio interior, así como las casonas que lo rodean, pertenecientes a ricas familias de la época colonial y de esplendor de la ciudad.





Pasamos por  la Plaza de San Roque, donde cenamos ayer, la de Los Ángeles y el Jardín Reforma, hasta toparnos con dos edificios importantes uno frente al otro: la Parroquia del Inmaculado Corazón de Maria( Templo de Belén) y el Mercado Hidalgo.






Entramos al primero cuando justo acababa una ceremonia. De lejos vimos una chica muy joven con un vestido rojo geranio de princesa total, se trataba de la celebración de una quinceañera, una festividad importante que celebran todas las jóvenes a esa edad y que según nos contó Paco en su día la gente, sobretodo la más humilde, tira la casa por la ventana.

El Mercado Hidalgo, gran edificio que fué de entrada construido para albergar una estación de trenes reune en dos plantas un bullicioso mercado. En su planta baja souvenirs, paradas de mercado con verduras y carnes, así como pequeñas paradas de alimentación y restauración forman el conjunto. En la superior son artesanias y recuerdos de la ciudad lo que se venden, todo muy colorido.

En las afueras del mercado hay otro submercado de paradas de todo tipo, todo muy auténtico.

Dejamos la calle Juárez para ir hacia la Alóndiga de Granaditas, un edificio con mucha importancia e historia. Hoy en día reune el Museo Regional, pero en su día fué construido para almacenar granos y semillas de ahí que se lo conociera como el Palacio del Maiz. Durante el asedio de la ciudad por los insurgentes éstos se refugiaron en el lugar hasta que un héroe local, el Pípila, cubriéndose la espalda con una losa de piedra logró llegar hasta la puerta e incendiarla para que las tropas rebeldes entraran a derrotar a los enemigos.






Llegada la hora de comer volvimos a las afueras del mercado donde se reunen varias paradas con ofertas variadas de productos locales a muy buen precio. Al llegar todas las mujeres te llaman la  atención para que vayas a ellas moviendo las cartas ( nos recordó a algo igual que nos pasó en Angkor Batt, Camboya) y nos decidimos por la más guapa y joven,jajaja...




No muy lejos de allí se encuentra uno de los lugares más visitados de la ciudad por su curiosidad y leyenda: el callejón del beso. Se trata de un pequeño callejón donde hay dos balcones separados por escasos centimetros; en uno de las casas vivia Carmen una bella dama cortejada por Luis un minero que compró a precio de hora la casa del frente para estar cercana a su amada. El padre de ella se negaba a tal amor y un día que los pilló juntos mató a su hija mientras Luis besaba la mano de ella. Desde entonces las parejas que llegan al lugar deben darse un beso en el tercer escalón del callejón para tener 15 años de buena suerte, de no ser así serán 7 de mal augurio. Como no podia ser de otra manera cumplimos con la tradición.





Siguiendo calle principal hacia adelante nos adentramos en los callejones subterraneos de Guanajuato, toda una ciudad bajo tierra donde circulan automóviles pero también hay paradas de autobús, bancos para sentarse, etc. Tras coger varios del laberinto que forman dimos de nuevo con el Jardín Unión, El Templo de San Diego y el teatro Júarez.  Desde una de las calles colindantes pueden distinguirse los tres niveles de la ciudad, una entrada a los túneles, el nivel de las calle y los edificios en los cerros.









Para tener una vista diferente y completa de la ciudad cogimos un bus urbano para subir al Mirador del Pípila, el héroe local. Allí con la ciudad bajo sus pies se inaguró hace muchos años un monumento en piedra del personaje dándole así la importancia que merece. La vista desde lo alto de Guanajuato fué impresionante por lo colorido de sus casas así como por ver los edificios emblemáticos desde arriba, nos encantó!!!.








Para bajar optamos por hacerlo andando y fuimos a dar de nuevo al callejón del beso, osea que repetimos la operación. Tocaba entonces regresar a casa a descansar un poco y coger ropa de manga larga pues por las noches refresca y además se levanta aire.




Volvimos a cenar a la Plaza de San Roque, esta vez unas enchiladas mineras, un plato tipico de la localidad, acompañadas de un michelitro. Para hacer la digestión dimos un buen paseo haciendo un reportaje fotográfico de los edificios y calles iluminadas hasta llegar al Jardín Unión donde nos pasamos buen rato viendo a las grupos de mariachis y bandas de música norteña tocando en las terrazas de los restaurantes, a veces hasta 3 y 4 grupos a la vez, divertidisimo.










En la nueva mañana guanajuateña empezamos la visita al templo más cercano a la casa, el de Nuestra Señora de Guadalupe, pero lo encontramos cerrado. De ahí realizamos una visita corta de varios templos y lugares curiosos del centro histórico, entre ellos los dedicados a Don Quijote, ya que Guanajuato está considerada la ciudad cervantina de América.









Por si no tuvieramos pocas iglesias en la ciudad nos cogimos un bus para ir hasta el Templo de San Cayetano en La Valenciana. Allí se encuentra una mina que en su día fué de las mas ricas y productivas de plata del mundo, por lo que su dueño financió la construcción de este templo impresionante. Sus tres retablos, las pinturas murales, su fachada principal y su decoración interior no deja indeferente.






De vuelta a la ciudad nos comimos unos hotdogs de un puesto callejero (4×20 pesos, osea un eurillo) y un helado riquísimo antes de acercarnos a nuestro rincón favorito, el Jardín Unión, ya que habiamos leido que los domingos por la tarde tocaban música en el kiosco central, pero no, allí la única musica era las de las mismas bandas que anoche. Aun y así pasamos un rato largo disfrutando del lugar y las gentes que por allí no paran de pasar. Frente a la fachada de San Diego siempre hay alguna estudiantina tocando, los vimos un rato, pero nos divertimos más descubriendo algunos miembros un poco mayorcetes para estar aún estudiando, no?.







Cuando volvimos a casa a por el jersey nos encontramos a la señora de la casa y su hija y estuvimos de conversación con ellas un buen rato. La hija nos dijo que por la noche en el ediifico principal de  la Universidad, a 5 minutos de allí, se iba a abrir la azotea para poder observar el eclipse total de luna,..luego pasaremos.

Tras la cena y el paseito nos acercamos a la Universidad y vimos la cola de gente para subir. Antes de llegar ya pudimos ver entre algunas nubes el eclipse total y la luna sangrante. Llegamos a la azotea donde habian varios telescopios desde donde vimos el fenómeno cuando las nubes lo permitian y en una pequeña sala dieron una charla sobre los ecplises, todo muy  curioso e interesante. En el día de hoy vimos algo nuevo e inesperado!!!!.





Mañana nos vamos camino de San Miguel de Allende, una pequeña población que nos han dicho que también es preciosa. Desde luego Guanajuato nos ha sorpendido y encantado, es un lugar que merece la visita de almenos un par de días sin duda.