Un par de vuelos nos trajeron a D.F. justo el 16 de Septiembre Dia de la Independencia de México, festividad muy celebrada en todo el país. Cuando llegamos a pasar inmigración nos encontramos una multitud de gente esperando para lo mismo, por lo que nos tocó esperar casi dos horas. Luego nos explicaron que con motivo del desfile militar y aéreo habian cerrado el aeropuerto 5 horas por lo se acumularon muchos vuelos a la vez.
Pasado todo ello nos encontramos por fín con nuestros primos que nos estaban esperando...que gusto poder verles de nuevo tras tanto tiempo y más acompañados del pequeño Alvaro al que no conociamos todavia, la gran alegria de la casa.
Tras un primer día de descanso nos fuimos a recorrer parte del centro histórico mientras ellos trabajaban. Cogimos un bus delante de casa hasta el metro y de ahí éste hasta el centro. Los transportes públicos son un hervidero de gente, algo normal en una ciudad de más de 20 millones de habitantes y el metro, sin ser hora punta, iba bastante lleno. Es curioso ver como todas las paradas de metro llevan asociadas a su nombre un dibujo realcionado; según nos explicaron es para hacer más fácil su reconocimiento sobretodo por la gente con problemas de lectura.
Si un lugar recoge la esencia de Mexico DF ese es el Zócalo o Plaza de la Constitución, una de las mayores plazas del mundo. Debido a las celebraciones del día de la Independencia su parte central estaba llena de camiones del ejército, escenarios, etc por lo que nos pareció más pequeña de lo que imaginábamos.
La plaza reune varios edificios y al salir del metro el primero que vimos fué el Palacio Nacional donde se firmó el Acta de Independencia en 1.821. Justo cerca de este edificio se encuentra la majestuosa Catedral Metropolitana, construida en un largo periodo de 240 años reune varios estilos arquitectónicos lleno de esculturas, pinturas un gran coro y órgano. Sorpende ver como partes del conjunto se han ido inclinando debido a que la ciudad se construyó sobre un lago, y lo mismo vimos en varias iglesias y edificios.
Paseamos por el centro del zócalo donde una enorme bandera hondea en el centro, vimos los edificios engalanados y sobretodo muuuucha gente por todas partes. Lo mismo pasó en las calles peatonales del centro histórico, gente paseando y vendedores en la calle que aclaman voz en grito lo que venden en sus tiendas y es que la vida en la calle es muy rica y viva, así como su gastronomia. Aunque restaurantes y cafeterias no faltan, montones de puestecitos ambulantes venden todo tipo de comida en la calle, en ellos probamos unas doradas ( que no es pescado) y unos tacos de pastor.
Llegando al Palacio de Bellas Artes paramos frente a la casa de los azulejos, un precioso edificio por fuera y por dentro.. Pero para bonito el Palacio, un edificio construido con mármol de carrara que alberga un teatro así como un museo.
Remontando una de las grandes avenidas de la ciudad llegamos hasta la famosa Plaza Garibaldi donde los grupos de mariachis se reunen para tocar ante la gente así como ser contratados para celebraciones. Tuvimos mala suerte pues empezó a llover justo cuando llegamos y muchos estaban con sus instrumentos recogidos y a resguardo del agua. Aún y así conversamos con uno de ellos que nos contó como orgnizaban sus turnos mientras en la terraza de una de las tabernas que rodean la plaza oiamos a un grupo tocar.
Bajo la lluvia tomamos el camino de regreso a casa para reencontrarnos con la familia.
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