domingo, 4 de enero de 2015

Isla de An Bhin: cambio radical.


Las 7 de la mañana en Ho Chi Min son ya hora punta y la vida que tienen las calles es impresionante. Salimos del hostel hacia la pequeña estación de autobuses urbanos a 5 minutos andando, y el mercado vive una gran actividad y las motos por la calle más.

Cogemos el bus 102 que nos debe llevar a Mein Tay, una estación de autobuses interurbanos a las afueras, para desde ahí llegar a Vinh Long, en el corazón del rio Mekong. El bus tarda más de una hora en llegar y cuando llegamos a la estación encontramos un montón de taquillas que venden billetes a muchos destinos. Al igual que en China hay muchas compañias privadas que hacen los mismos recorridos y con muy diferentes precios dependiendo si van más directos o del tipo de bus.

Escogemos una al azar y con buen precio y nos llevan a un minibus de 16 plazas donde claro, somos los únicos occidentales. El viaje son 3 horitas y media, y entre cabezadas de sueño y el variado paisaje nos pasaron bastante rápido.

Vinh Long tiene dos estaciones de autobús, y ya sabiamos que seguramente nos dejarian en la de las afueras que está a 4 kilometros. Una vez allí, y tras regatear, claro, dos motos nos llevan a nosotros y nuestras mochilas hasta la estación del ferry que lleva a la isla. No teniamos reservado nada, pero en todas las estaciones suelen haber cazaturistas...y así fué. Una chica nos ofrece ir a dormir al Homestay de su familia en la isla: habitación doble, desayuno y cena  más bicis gratis para movernos por la isla, además transporte gratis hasta su casa y de vuelta el día de salida...tras nuevo regateo, durillo esta vez, accedemos a ir a verlo a ver que tal.

Cogemos el ferry a la isla donde nos espera su hermana que nos lleva a su casa. En la isla la mayoria de la gente se dedica al campo y sobretodo los frutales, los caminos son estrechos justo para pasar bicis y motos, en un ambiente muy rural y así es la casa que encontramos. Vive la familia, las gallinas, los gatos,  hay un canal del rio al lado, la casa tiene el techo de paja, es muy básica pero suficiente....y sobretodo comparado de la locura de ciudad que  venimos es un cambio radical!!!...nos quedamos.

Conocimos a los otros huéspedes: una pareja de Marsella y dos chicas de Paris. Al rato llega una familia de 4, por lo que ya estamos al completo.





No más llegar nos ofrecen unos trocitos de sandia que nos supo a gloria y nos tumbamos a no hacer nada en las tumbonas de la terraza...umm que gusto y que calma. Al rato salimos a dar un paseillo a ver la zona y pronto de vuelta porque a las 18.30h es la cena en común. Cenamos genial y abundante y el plato fuerte fué comer un pescado típico de la zona, el pez elefante, buenísimo, además de otros  platos típicos, postre y té incluido...hemos triunfado!!!.




La cena en común fué distendida con las otras parejas comentando cada uno su viaje y sus próximas etapas. La familia de la casa es amable pero su inglés justo en algunos miembros, por lo que tampoco las charlas  no dan para mucho, ellos van haciendo su vida mientras estamos por aquí.

Un ratito de descanso para la digestión y a las 22.30h en la cama!!!.

Con la ayuda de la luz del sol, el canto de gallinas, el ladrido de algún perro y los pajarillos nos levantamos para desayunar, solos pues todo el resto se han ido de madrugada a ver un mercado flotante. Nuestro plan del día consistia en coger las bicis y dar una buena vuelta por la isla.

Bajo un sol y calor tempranero nos ponemos en marcha entre caminos estrechos, rodeados de campos, cultivos, frutales, palmeras, canales y puentecitos. La vegetación es abundante pero de poca altura, lo que deja una vista muy curiosa. Cruzamos pequeñas aldeas con sus tiendecitas y mercados, y donde los niños no paran en todo el camino de gritar: hello, hello, hello!!!!...





El calor aprieta de lo lindo y buscamos refugio en un pequeño templo al borde del camino. Una señora nos invita a entrar y por gestos nos da a entender que es un templo que reune varias religiones, o ese entendemos pues nos muestra un grupo de imágenes juntas donde hay un buda, un Jesucristo y dos imágenes más que desconocemos. El templo es pequeñito pero muy bonito, sobretodo su techo pintado de azul cielo con estrellas.




Seguimos camino hacia el norte de la isla con la intención de llegar al rio Mekong. Pasamos canales más grandes con barcos de turistas y de transporte, pero la infinidad de caminos y puentes no hace fácil orientarse y sin dar con él nos volvemos.






Siendo hora ya de comer algo encontramos un pequeño mercado donde compramos pan, quesitos y tomates, y sentados en la terracita de un bar nos montamos un bocata de miedo, acompañado de dos pepsis y un café con hielo que nos costaron 0,60 centimos de euro, las 3 bebidas!!!...se nota que la isla es poca turista y los habitantes no viven ni dependen de ellos, a excepción de los pocos homestays que hay. Estando allí sentados llegaron dos lugareños a tomarse un agua de coco helado e intentaron establecer conversación por gestos, hicimos varias bromas y nos reimos un rato.

Seguimos camino de regreso al homestay pasando nuevamente por frutales de Durian, Papayas, plátanos,...y otras frutas que desconocemos, pero encantados con todo lo que veiamos.





Encontramos por el camino una iglesia católica muy decorada para Navidad, como todas las que hemos visto y un templo budista donde también estaban preparando alguna celebración.





Sofocados de calor llegamos a estirarnos en las hamacas y dormir una mini siesta. Los chicos franceses nos explicaron su mañana en el mercado flotante. Dicen que el paseo ha estado muy bien, pero el mercado estaba muy vacio de barcos, por lo que han vuelto algo decepcionados.

Nos quedaba por la tarde acercarnos en bici a un sitio  donde un chico de la familia nos habia dicho que habia un restaurante, se podia pescar y habia cocodrilos.
Se lo contamos a los franceses y los 6 nos vamos a verlo. Al llegar nos encontramos que es como un pequeño parque, difícil de calificar, donde además de tener que pagar entrada, hay monos, avestruces , aves y los cocodrilos...también pequeñas atracciones para niños y un restaurante. Estaban a punto de cerrar pero el señor nos deja entrar rápido a ver los cocodrilos, y sin pagar!!...

Y menos mal que no pagamos...el sitio es muy cutrillo, y los cocodrilos los tienen en un lagito donde desde un puente con una caña les puedes dar de comer. Tras la visita relámpago nos volvemos, ya casi de noche, a cenar que ya es la hora.



De nuevo todo muy rico, como ayer. De nuevo descanso postcena, blog, apuntar gastos del día...

Mañana nos vamos a Can Tho, una ciudad ribereña del Mekong mucho más grande, desde donde salen los botes que llevan al mayor mercado flotante de la zona. A ver si tenemos suerte y encontramos una buena oferta para ir pues no son muy baratos...ojalá que sí.

3 comentarios:

  1. Cambió radical, de la ruidosa urbe de Saigón a la paz y tranquilidad que os ofrece An Binh en el corazón de la Bahía de Halong, por cierto, Patrimonio de la Humanidad desde 1994 y desde el 11 de noviembre de 2011 una de las "7 maravillas naturales del mundo", ahí es nada, no todo el mundo puede decir que ha conocido una de ellas si quiera.

    Que buenas fotos, cada una habla por si sola; en una de ellas...Caroooooool parece que digas entre dientes: "¿este pescado me tengo que comer?. En otra he retrocedido hasta 1981 recordando a "Verano azul" con vuestro paseo en bici, y que decir de la arquitectura acuífera (seguro que las casas sobreviven de por vida con sus estructuras arcaicas)...

    Por aquí pocas bicicletas, pero el roncar o el berrido de los camellos se empieza a escuchar por la lejanía, que nervios!!!

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  2. Apunte por parte de David: An Binh no está en corazón de la Bahía de Halong sinó en el Delta del Mekong; si es que como todo acaba en "ong" ya me he liado, jejejeje.

    Gracias viajer"ong"s!!

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    1. Es que confundir los nombres no pasa hasta a nosotros, jajaja.. Hoi An, Hanoi, Ho chi min, mekong, halong...

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