A las 8 de la mañana en punto estábamos en la puerta de la casa esperando que nos vienieran a buscar, y así fué a los 10 minutos. Cuando subimos a la furgoneta habia una pareja y luego fuimos recorriendo varios hostels hasta sumar los 14 que fuimos finalmente. Una vez listos ,Roberto, nuestro chófer,se puso en marcha pues teniamos largo camino por delante.
La primera parada era en las Cascadas del Chiflón y la manera más rápida de llegar era por la carretera panamericana que se dirige hacia Guatemala pero está en obras y hay muchos cortes durante el día osea que fuimos por la estatal. Empezamos muy bien pasando por poblados donde veiamos gente local en sus tareas diarias y paisajes de bosques bonitos, pero pasada la primera hora teniamos la parte inferior trasera de nuestra espalda, osea el culo, que ya no sabiamos como sentarnos, pues habia más baches que trozos lisos, que tortura!!!.
Tardamos unas dos horas y media en llegar a la entrada del complejo de las cascadas El Chiflón donde nos dieron una pulserita de control y Roberto nos indicó que teniamos una hora y cuarto para recorrer la zona antes de volver a la furgoneta para seguir ruta.
Siguiendo un camino ascendente junto al rio San Vicente y atravesando el centro Ecoturístico empezó el recorrido que nos llevó hasta las cascadas. El primer tramo es plano con varias barbacoas y palapas para disfrutar de la zona y el baño, pero debido a las lluvias de dias anteriores el agua bajaba marronosa en vez del intenso azul que habiamos visto en algunas fotos, osea que tema baño descartado.
Seguimos camino de ascenso por los 840 escalones, a nosotros nos parecieron menos, en los que fuimos encontrando pequeños desvios hacia unas cascadas menores, pero lo dejamos para el regreso, primero queriamos subir hasta la más grande.
Por el camino hay varios puestecitos de bebida ( refresquerias) así como unos alentadores carteles que animan el ascenso, muy divertidos.
Mientras nos ibamos cruzando con gente que bajaba de otros grupos pudimos ver a lo lejos por primera vez la cascada El Velo de la Novia, la mayor y más espectacular de todas con sus 120 metros de caida. Un poquillo más de esfuerzo y ya estuvimos arriba.
Desde el primer mirador puede verse la cascada al completo así como un tramo superior con otra cascada, La Quinceañera, así como sentir la brisa y el agua de la cascada pues el caudal de agua que caia era increible. Nos hicimos unas cuantas fotos y nos encaminamos a otro mirador a los pies de la cascada.
Aquí ya no es que llegara la brisa, aquí literalmente nos mojamos por completo, es como si estuviera lloviendo, pero el lugar es espectacular y tienes una visión muy cercana de la fuerza de la naturaleza.
Volvimos al primer mirador y allí estuvimos hablando con una familia mexicana que nos explicaron que la cascada siempre lleva agua, pero que en época de sequia baja la justa para que el rio se mantega azul y el paisaje es muy diferente, que harian falta 4 ó 5 dias sin lluvia en las montañas para que volviera a su color natural.
Empezamos el descenso parando en cada una de las cascadas inferiores, que comparadas con la superior no son lo mismo pero que por si solas son bonitas y con nombres muy elocuentes: el Suspiro, el Salto del Ángel y el Arcoiris.
Por el camino de regreso vimos algo curioso, un largato pequeñito que habia pillado a una presa, una especie de libélula o algo así, pero era tan grande que se le salia de la boca; estuvimos unos minutos observando al animal pero no cambió su posición. Suponemos que estaba esperando a que su víctima se muriera para ir luego comiéndola a trozos.
Al llegar al parking teniamos aún unos minutos libres pues faltaba gente por llegar con lo que nos acercamos a una zona donde habitan iguanas. Allí personal del centro nos enseñaron un par de machos que encima de un árbol estaban peleando por alguna hembra pues era época de celo.
Eran ya casi la una de la tarde cuando nos pusimos de camino a los Lagos de Montebello, otras casi dos horas de camino igual que las de la mañana...que tortura!!!!.
Llegamos a la localidad de Tzimol donde se encuentran los más de 50 lagos de Montebello, pero primero tocaba parar a comer. Roberto estacionó en un pequeño restaurante de carretera y todos entraron a comer pero nosotros nos habiamos llevado la comida huyendo de lugares turísticos y caros. Nos fuimos unos metros más allá a comprar bebida a una tiendecita y nos sentamos en unas escaleras al solecillo mientras veiamos pasar coches y furgonetas de gente local. Fué muy gracioso porque todos los que pasaban nos saludaban, para nosotros ellos eran la atracción y para ellos eramos nosotros...¿ que harán dos guiris comiendose un bocata en medio de la nada?. De compañeros de comida unas gallinitas que corrian por ahí y un cachorrillo monísimo.
A la hora acordada volvimos a la furgo para ir, ahora sí, a ver los lagos concretamente cuatro. El primero fué desde un mirador de la carrerera, el Tziscao, que además de ser uno de los más grandes nos dejó ver a la vecina Guatemala, pues las montañas que vimos al fondo pertenecen a ese país.
De allí fuimos al Pojoj, un bonito lago con una islita en el centro a la cual se puede llegar con unas balsas hechas de madera de corcho, opción que nos ofreció el chófer y como hubo parte del grupo que quiso hacerlo nos tocó estar una hora de plantón esperando. Para pasar el rato bajamos hasta donde las barcas y nos sorprendió ver un agua muy transparente, le preguntamos a uno de los barqueros y nos dijo que siempre estaba así y que era una pena que no la vieramos cuando le da el sol porque tiene un color espectacular.
Cuando volvieron los de las barcas seguimos al siguiente, el Cinco Lagos. Éste de nuevo lo vimos desde un mirador y fué el que más nos gustó por su forma irregular así como el color de su agua a pesar que ya habia poca luz. Tras unas fotos, de nuevo en la furgo a ver el último y que da nombre al conjunto, el Lago Montebello.
Aquí paramos a los pies mismo del lago y en seguida llegaron 3 niños: ¿ como se llama usted, como se llama usted?. Cuando les dices tu nombre empiezan a recitar una especie de poesia que la mitad no se les entiende, menos el final que es...¿una propina?. Pero lo mejor fué el más pequeñajo que tendria unos 4 ó 5 años, que al preguntar el nombre a Carol él le dijo: Carol me gusta la coca, me gusta el sabor de tu boca...¿ una propina?....nos quedamos de piedra, jajajaja...y no dejaba de repetirlo!!!.
Como ya estaba oscureciendo y no habia nada que hacer nos comimos unos platanitos fritos en una paradita que aún estaba abierta antes de iniciar el regreso. Nada menos que 3 horas de camino sin paradas, esta vez por la Panamericana que aún en obras a esa hora ya no estaban trabajando.
Aunque dimos alguna cabezadilla fué un regreso que se nos hizo algo pesado y largo. Roberto nos dejó a todos en el centro y para estirar un poco las piernas nos acercamos hasta el escenario de la Plaza de la Paz donde pudimos ver la última media horita del espectáculo, esta vez flamenco del bueno. Creemos que por lo nombres eran todos mexicanos menos el guitarrista, Pepe Gimenez un fenómeno, pero bailaban genial.
Igual a estas alturas del relato alguno os preguntareis, ¿ y los compañeros de furgoneta?,¿no explicais nada?...pues es que hay poco que explicar, lo más soso, insulso y hasta mal educados que os podais imaginar, vaya panda, parece que fueran todos obligados. Pero para que no se diga os hacemos pequeña descripción por orden de como iban sentados de delante a atrás.
Delante una pareja joven mexicana con la que no cruzamos palabra con ellos, ni ellos con nadie en todo el día (muy raros y el con cara de mala leche). Detrás dos mujeres y un hombre ( Carol dice que alemanes y yo que rusos o de por allá) que no sabian nada de castellano y cada vez que el chófer explicaba algo me tocó traducirselo al inglés ( aún espero que alguno de los 3 nos diera las gracias por ello). Sentadas detrás nuestro dos chicas mexicanas de Jalisco que fué con las únicas que hablamos algo más un par de veces y nos hicieron algunas fotos y nosotros a ellas. Tras ellas una pareja que hablaban castellano, pero no parecian mexicanos, que tampoco hablaban con nadie, muy a su bola. Y sentadas al final 3 chicas jóvenes que tampoco sabemos de donde, ¿Hungria, Polonia?...porque lo que hablaban, muy poco hasta entre ellas, no era ni francés, ni alemán, ni holandés...nada más entrar a la furgoneta no dijeron ni hola a nadie siendo las últimas en hacerlo, pero bueno es que a la hora de irse nadie, naaaaadieeeeee dijo ni adiós!!!. Vamos una compañia de lujo.
Nos quedan aún unos dias por San Cristóbal para visitar algunos lugares, entre ellos dos pueblos con particularidades, Zinacantán y San Juan Chamula. Como siempre os lo contaremos todo.
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