Si una cosa, entre muchas otras, diferencia a Yucatán de otros estados son sus miles de cenotes, unas formaciones de piscinas naturales en grutas o a cielo abierto que se mantienen gracias a rios subterraneos. Hay muchos cerca de Mérida pero por recomendación de Rudolf, el chico rumano que conocimos en San Cristóbal, nos acercamos a conocer los del cercano pueblo de Homun.
Nos fuimos a buscar los autobuses que van hacia el pueblo y que salian por la zona del Mercado, un barrio totalmente diferente al centro histórico, multitud de comercios y gente. Tomamos nuestro bus y el chófer nos dijo que nos avisaba cuando fuera momento de bajarnos. En la horita de camino fuimos entretenidos con el paisaje y la música del conductor, ni más ni menos que Marco Antonio Solís, un cantante que nos gusta mucho a mi padre y a mí y que descubrimos en Barcelona de manera casual; lo que no sabia es que era mexicano, pero lo he ido escuchando mucho por el pais estas semanas, osea que era de suponer.
Llegamos a Homun, bueno a la entrada del pueblo, y allí nos bajamos pues es donde se concentran los guias y mototaxis que te llevan por los cenotes. Uno de ellos se nos acercó pues eramos los únicos, otros 3 guiris que iban en el bus se bajaron en el pueblo anterior donde hay otros cenotes más conocidos pero muy caros, y nos enseñó fotografias de los lugares posibles a visitar, el tiempo que podiamos dedicar y el coste de todo ello. Estuvimos hablando de ello y acordamos que nos llevara a 3 diferentes durante un par de horas y él mismo nos haria de conductor a la vez que de guia.
Nos subimos al mototaxi y nos fuimos camino de los más lejanos, primero por una carrererilla y luego por caminos de tierra. Los cenotes según una normativa de hace años son propiedad del dueño del terreno y sólo el tiene derecho a explotarlo, eso sí previo control gubernamental.
Al primero que fuimos, Canu Chen En, hace poco que está abierto y por eso aún están arreglando la zona. De entrada lo más sorprendente es ver por donde se accede a ellos. Junto a un álamo enorme vimos un agujero en las rocas y una empinada escalera que baja, allí nos encaminamos los tres.
Increible como llegas a una caverna enorme, muy húmeda, con la única luz que entra por un pequeño hueco en el techo y el de la propia entrada y rodeando todo aquello un agua increiblemente transparente....alucinante!!!!.
Tras unas breves explicaciones de Jacinto, nuestro guia-chófer nos dispusimos a entrar al agua. La temperatura de la misma es fresquita, de agradecer por el calor exterior, la transparencia da sensación de poca profundidad pero sí que la hay, pero reconozco que me daba algo de angunia ir nadando sin saber que hay más allá donde la luz no llega ( soy un poco cagadete con estas cosas, lo reconozco). Pero para demostrar mi valia me tiré al agua desde una cuerda a modo de liana tarzaniana, pena que las fotos no salieran bien por la falta de luz y la humedad interior.
Junto a nosotros solamente habia 3 personas más, justo los guiris del bus que se debian haber venido a esta zona, y que al poco se marcharon, osea que nos quedamos solos, un lujazo!!!. Tras un buen rato dedicimos que era momento de ir al siguiente cenote, el Bal -Mil.
No tuvimos que hacer mucho recorrido hasta llegar a él y tras pagar la entrada volvimos a encontrarnos con el mismo sistema, una estrecha entrada. Sin embargo Jacinto nos enseñó que hace años la misma era entre las raices del árbol.
Dentro de que era algo similar al anterior tenia sus diferencias y particularidades. Habia muchas estalagtitas y estalagmitas, formaciones rocosas producto de los años y la erosión e incluso unos pequeños restos de pinturas mayas, los primeros pobladores de los cenotes años atrás.
De nuevo nos encontramos con los chicos de antes pero otra vez se fueron pronto y nos quedamos solos. Bueno dentro del agua no porque pudimos ver unos pequeños peces negros que viven en algunos cenotes y que llegan por las aguas subterraneas. De todas formas el baño fué igual de placentero por todo el cenote, sobretodo para Carol que se fué metiendo por las zonas más oscuras buscando pequeñas cuevas que Jacinto nos señalaba.
Bien relajados y fresquitos tocaba seguir ruta. Por el camino fuimos charlando con nuestro guia sobre varios temas, nos cruzamos con un buen lagarto y volvimos hacia el pueblo dirección al cenote Santa Rosa.
Este cenote es también subterráneo y debido a su configuración y profundidad está iluminado de manera artificial dando aún mayor transparencia al agua. Aquí nos encontramos con unos chicos y chicas mexicanos pero estuvimos igual de tranquilos. Tal es la profundidad en su parte central que el cenote tiene dos plataformas a modo de trampolín para lanzarse, pero sólo me atreví a subir a verlo desde allí, nada de tirarse.
De las 2 horas que habiamos acordado con Jacinto ya llevábamos casi 3, pero el no nos fué achuchando para nada, al revés, aún nos acercó hasta el centro del pueblo y nos dejó delante de la curiosa iglesia de San Buenaventura, una construcción bien particular.
Nos despedimos de Jacinto, le dimos una propinilla ( con lo cual casi igualamos el precio nos dió de entrada y que nosotros le regateamos un poquillo) y nos quedamos junto a la iglesia en la sombra comiendo un poquillo.
Cuando nos pareció fuimos a la zona dpnde salian los colectivos, más rapidos que los autobuses, y pusimos rumbo a Mérida.
Tras pasar por el hostel a darnos una ducha nos fuimos hasta la cercana Plaza de Santiago donde esa noche habia un concierto de música latina y estuvimos cenando en una terracita mientras veiamos como la gente se las gastaba bailando, y es que Mérida "La Blanca" no para.
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