Salimos de Valladolid tal y como llegamos, en autobús y lloviendo. Nuestro destino era Chiquilá, un pequeño lugar desde donde salen los ferrys a la Isla de Holbox, pero el único transporte directo era un autobús que pasaba por Valladolid a las 2 de la mañana, osea que optamos por el plan B: autobús hasta El Ideal y de allí un taxi o colectivo a Chiquilá.
Cuando llegamos a El Ideal, un cruce en la carretera con una parada de taxis y nada más nos bajamos otra pareja de guiris y nosotros. Como ibamos en la misma dirección decidimos compartir el taxi y ahorrarnos unos pesos. El coche estaba que se caia y la carretera en muchos tramos en obras osea que fué un viaje divertido...ah, se nos olvidaba, todo esto bajo una lluvia que no cesaba y en el horizonte cada vez nubes más negras.
Cuando llegamos a Chiquilá, pequeño puerto para los ferrys, nos fuimos corriendo a sacar boletos para el primero que saliera a la isla; en ese momento no llovia, diluviaba!!!.
Ya desde dentro del ferry, una embarcación tipo lancha rápida para 120 personas vimos un mar algo movido y gris que no era la idea que teniamos del caribe mexicano..uffff, que mala suerte.
El trayecto fué de una media hora, bajamos del ferry y nos pusimos a cubierto pues también llovia. Pero antes de decir como siguió la historia, una pequeña introducción sobre la isla.
Holbox es una pequeña isla de unos 40 kilómetros de largo por unos 2 de ancho dentro de la reserva natural de Yum Balam donde sólo hay una localidad en la que viven unas 1.500 personas dedicadas al turismo y la pesca, no hay más que unos pocos vehículos y la gente se mueve mayoritariamente en carritos de golf, bicicleta y andando. Las 3/4 partes de la isla se mantienen vírgenes y es conocida sobretodo por ser un santuario del tiburón ballena en los meses de mayo a septiembre. Sus playas son de arena fina blanca y sus aguas tienen poca profundidad....no pinta mal, ¿no?.
Llegamos a la isla para pasar unos dias pero sin reserva de alojamiento ya que habiamos leido que en el puerto siempre habia gente ofreciendo lugares o sino paseando se encuentran muchas opciones cerca de la plaza. Pero claro, con el tiempo que hacia allí nos habia nadie, unicamente algunos taxistas en sus carritos de golf que avisaban a la gente que habia partes del pueblo que estaban completamente inundados y no se podia pasar...que divertido!!!.
Preguntamos a las pareja alemana del taxi y nos dijeron que ellos tenian reserva pero que les habia salido muy caro, como unos 80 euros noche ( unos 1.450 pesos), y tan caro. Viendo la situación y las calles inundadas le preguntamos a un señor del pueblo que venia en el ferry con nostros y nos dió algunas recomendaciones, entre ellas que nos quedaramos por la plaza pues tras las lluvias de los dos últimos dos dias estaba media isla inundada.
Total que llegado nuestro turno tomamos un taxi y le dijimos que nos llevara a la plaza o nos recomendara alojamiento, a lo cual primero nos dirigia a un lugar frente a la playa por 800 la noche, le dijimos que mucho menos era nuestro presupuesto y nos dejó en Los Arcos, en plena plaza. Durante el corto trayecto vimos el caos que reinaba en las calles, llenas de agua, comercios inundados y la gente andando con el agua hasta media pierna.
Al llegar a Los Arcos, alojamiento que habiamos visto por internet, nos pidieron de entrada 600 pesos, como le dijimos que ni de broma fué bajando hasta 450 pues ibamos a estar 4 ó 5 noches. Aún y así era más que nuestro presupuesto y nos fuimos a buscar alternativas ( cuando nos ibamos me dijo que podia dejarme una a 400 que el aire acondicionado no iba).
Aunque apenas caian gotas y como estaba la situación Carol se quedó con las bolsas y yo me descalcé y a la aventura de buscar alojamiento con el agua hasta las rodillas. Después de una primera vuelta vi una posada que no estaba mal y luego otras más que nos aconsejó una chica del pueblo, pero todas tenian los precios inflados aprovechando que era un puente de 3 dias en México. Me llegaron a ofrecer habitaciones cochambrosas y con goteras a 500 pesos!!!.
Visto el plan cuando volví me quedé yo con las bolsas y Carol fué a ver la de la Posada Amapola que es la que tenia mejor pinta y aún consiguió mejorar el precio otro poco. Osea que allá que nos fuimos por 300 pesos la noche, algo acorde entre calidad y precio: habitación doble, baño propio, ventilador, tenemos un porche de la casa de la familia para estar sentados, situada en la misma plaza del pueblo y a una calle de la playa....genial!!!.
Nos quitamos la ropa mojada, nos pusimos cómodos y nos fuimos a dar una vuelta hasta la playa, el día despejó bastante y la gente empezó a salir a la calle deseosos de pasear. Como no habiamos comido nos sentamos en una terraza en la playa y nos comimos un un ceviche y un pescado al coco, que no era en salsa como creiamos sinó rebozado con virutitas. Desde allí vimos caer la tarde y por sorpresa unos delfines no muy lejos de la costa.
Aunque nos contaron que por la lluvia muchos sitios estaban cerrados alrrededor de la plaza había bastante ambiente de puestecitos de comida, bares, restaurantes y hasta unos niños haciendo clases de karate en la misma plaza.
Amaneció en Holbox un día bastante soleado, desayunamos en el porche y nos fuimos a caminar por la isla entre calles todavia llenas de agua.
Las zonas de playa abarcan el norte de la isla y parte del oeste, el sur da a la laguna que cruza hacia tierra firme y el este es zona virgen a la que sólo se puede llegar en barca con tours organizados. Nosotros tomamos esa dirección hacia Punta Mosquito hasta donde la naturaleza nos dejara, bajo un fuerte sol pero con nubes negras y lluvia en el horizonte.
Con el sol el paisaje de la playa cambió por completo, arena blanca resplandeciente, agua de varios tonos ( aunque no cristalina y con algunas algas por las lluvias), costa verde de palmeras y manglares...
Punta Mosquito es una de las partes más al Norte de Holbox, isla con forma de media luna, separada de la parte habitada por un pequeño rio interior. La primera parte del camino fué por la playa en paralelo a algunos pequeños hoteles tipo cabañitas hasta que éstos se acabaron y la playa también, osea que tocó empezar a caminar por dentro del agua, a ratos por el tobillo y a ratos por la rodilla. También se acabó casi ver a gente, apenas un par de parejas se adentraron hacia allí como nosotros en busca de naturaleza virgen. Lo curioso fué como a medida que avanzamos el día en ese lugar cambió por completo, se despejó y fué entonces hacia la zona del pueblo donde estaba negro de tormenta.
Empezamos a encontrar grandes grupos de pájaros, como gaviotas, garzas, pequeños busca gusanos y pelícanos hasta que llegamos a los protagonistas del lugar, los flamencos rosados. Por el color los distinguimos ya de lejos en pequeños grupos, pero finalmente llegamos a tenerlos muy cerca, preciosos. Parece increible que color tan vivo tienen, que frágiles parecen con esas patitas largas y estrechas y que embergadura cuando empiezan a volar.
Atravesando la zona de agua volvimos a llegar a la playa, aquí ya nadie de nadie, sólo alguna barquita de tours que vienen a ver los flamencos, pero la playa entera para nosotros. Nos dimos un buen baño, comimos algo, descansamos ( caminar por el agua agota) y tomamos el camino de regreso.
El nivel del agua por efecto de la marea habia bajado un poco y encontramos más tramos de arena, aún y así nos tocaron largos ratos en el agua, que en el fondo se agradecia con el calor. Ya en la playa cercana al pueblo volvimos a darnos un buen baño merecido después de casi 5 horas de caminata, pero nos encantó.
Nos fuimos a buscar algo fresquito y nos sentamos para ver la puesta de sol junto a la playa, pero estubo muy tapado por las nubes, de todas formas a los que sí vimos de lejos fué de nuevo las aletas de los delfines saliendo por el agua...que flipe!!!.
Tras una reparadora ducha tocaba cenar y reponer fuerzas en la esquina de la posada a 1 minuto andando donde se encuentra la Pizzeria Evelyn famosa en la isla pues en 1.985 creó la pizza de langosta. Nosotros nos conformamos con una pizza enorme mitad de pulpo y mitad de pescado, que con dos cervecitas nos cayó de miedo, riquísima. Dimos un paseo hasta la playa, curioso que a las 10 de la noche estuviera todo cerrado y nadie por allí, y a dormir rendidos después de un largo día.
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